¿Es trucha, o es salmón? Crisis de identidad en las pescaderías chinas

20 de agosto de 2018

Durante años, las pescaderías de China han vendido una especie de trucha diciendo falsamente que era salmón, un pez mucho más caro y apreciado, pero la práctica lejos de ser frenada acaba de ser legalizada en el país, lo que ha traído gran polémica en los medios y las redes sociales chinas.

La Alianza de Procesamiento y Venta de Productos Agrícolas de China, dependiente del Ministerio de Agricultura, declaró esta semana que la trucha arcoíris es también salmón y puede venderse como tal, después de que informaciones publicadas este año denunciaran esta práctica como algo común en todo el país.

La trucha arcoíris es un salmónido, si bien vive toda su vida en ríos (los salmones nacen en agua dulce pero se trasladan al mar) y su aspecto exterior es totalmente distinto, aunque por dentro los dos pescados tengan el mismo tono rojizo al ser fileteados.

En mayo, un documental de la televisión estatal CCTV revelaba que un tercio del “salmón” vendido por una de las mayores piscifactorías de esta especie (Longyangxia, en la provincia interior de Qinghai) en realidad era trucha arcoíris.

En respuesta al documental y las críticas recibidas, la citada alianza, reguladora del sector de piscifactorías y pescaderías, ha optado por autorizar esas prácticas “por el bien de la estandarización de la industria”, defendiendo su postura con el argumento de que la Wikipedia establece lazos entre los dos peces.

Las confusiones entre los dos pescados se han convertido en uno de los temas estrella de las redes sociales chinas esta semana, donde el hashtag #LaTruchaArcoírisEsSalmón ha sido uno de los más usados, con más de 35 millones de comentarios.

“Las truchas deben andar confundidas, después de tantos años su identidad ha cambiado”, ironizaba uno de los comentaristas en la red Weibo (equivalente chino a Twitter), mientras otros bromeaban con posibles medidas futuras similares, como llamar a los cangrejos, “langostas”.

Muchos alegan que la medida sólo busca beneficios económicos, vendiendo con precios de un producto casi de lujo como el salmón otro pescado de calidad menor, y algunos incluso advierten de los peligros sanitarios que esto podría conllevar.

“La trucha arcoíris no puede comerse cruda, necesita cocinarse”, advertía en el diario South China Morning Post el profesor Kenneth Leung, quien subrayaba que filetes crudos de ese animal a la manera en que se consume el salmón en cocinas como la japonesa o la escandinava pueden estar contaminados con parásitos.

La Asociación de Piscifactorías de China, otro actor en la industria, ha tenido que salir al paso de esto asegurando que la trucha arcoíris que se vende en el país se cría en lugares controlados donde es sometida a estándares sanitarios y de cuarentena.

Las aclaraciones no parecen haber convencido a algunos usuarios chinos, que han amenazado en sus cuentas en internet con no volver a comer salmón, o por lo menos no probar nunca más el “sashimi” importado de la gastronomía nipona, en el que se consume crudo.

También medios como el “Diario de la Juventud de Pekín”, ligado a las Juventudes Comunistas, dedicaban editoriales críticos al tema, señalando que “es ridículo que los vendedores de falso salmón ahora lo sigan haciendo a altos precios”.

El salmón, apenas utilizado en la gastronomía tradicional china, se ha vuelto, sin embargo, un producto popular entre la creciente clase media del país, abierta cada vez más a las costumbres occidentales o de naciones vecinas como Japón o Corea del Sur, donde sí es un ingrediente muy común en sus cocinas.

Este pescado llegó a tener cierto protagonismo político en China hace unos años, cuando Pekín presionó para reducir al máximo las importaciones de salmón desde Noruega, el principal productor mundial, como represalia por la concesión en 2010 del Premio Nobel de la Paz al escritor disidente Liu Xiaobo, fallecido en 2017.